sábado, 4 de febrero de 2012

Los Hechos de los Apóstoles: Joseph A. Fitzmyer


Leer el libro del Nuevo Testamento Hechos de los Apóstoles, puede convertirse en un verdadero acontecimiento en la vida de un discípulo de Jesús de Nazaret.

Cuando contemplo a la Iglesia actual, su caminar en este siglo XXI, los desafíos del imparable proceso de secularización que vivimos, aunado a los graves problemas e injusticias del mundo, pienso: ¡Hay que volver a los Hechos de los Apóstoles!

Volver a los Hechos de los Apóstoles y redescubrir que la salvación cristiana es una experiencia y una tradición esencialmente comunitaria: el llamado a seguir a Jesús y a ser bautizados en el Espíritu Santo, nos vincula a una comunidad donde se vive un determinado estilo de vida: el compartir de los bienes, la fraternidad, la escucha de la Palabra, el ágape eucarístico, el servicio mutuo, con "sencillez y alegría de corazón".

La invitación a seguir a Jesucristo conlleva la pertenencia a una asamblea de vida y fe. 

Con frecuencia nuestras macro parroquias donde nos congregamos y oramos juntos sin conocernos, y recibimos los sacramentos sin vivir conscientemente un compromiso comunitario, no favorecen esta experiencia de comunidad que constituye el alma misma de la Iglesia.

Volver a los Hechos de los Apóstoles y redescubrir que el gran protagonista de la misión es el Espíritu Santo, el cual reviste a la comunidad de diversos ministerios, dones y carismas, para el anuncio gozoso de Jesús Resucitado, las obras de apostolado, y el pastoreo del pequeño rebaño de Cristo. 

Los milagros, las sanaciones y liberaciones, las palabras de ciencia, las profecías, confirmaron y acompañaron la evangelización primera. Cuando leemos las páginas de este libro encontramos un pueblo que ora por la sanación de sus hermanos y hermanas, que testimonia la caridad fraterna y la solidaridad con los más pobres y excluidos, que vive con sencillez la vida nueva en Cristo, que resuelve las dificultades que van surgiendo escuchando a la asamblea de los hermanos, bajo la guía de los apóstoles y pastores. 

Esos signos deberían acompañar también la evangelización de hoy, para que nuestro anuncio no se convierta en un asunto de meras palabras y conceptos.

Volver a los Hechos de los Apóstoles y redescubrir que ser cristiano, seguir el camino, es ser signo de contradicción. La Buena Nueva cristiana fue anunciada en el siglo I en medio de fuertes persecuciones y dificultades, gracias a las cuales el Evangelio se fue expandiendo desde su contexto original en la Palestina Romana hasta llegar a Roma, el corazón del Imperio.

Hoy, igual que ayer, vivir la fe en clave comunitaria, fieles a la más pura tradición cristiana, anunciar, y vivir, las verdades incomodas del Evangelio, conlleva persecución y dificultades. Es el sello mismo de la misión, y no deberíamos escandalizarnos por eso, sino orar para que el Espíritu de Dios nos de la fortaleza y la sabiduría que necesitamos, y convierta las dificultades en oportunidades para la evangelización.

En síntesis, volver a los Hechos de los Apóstoles y redescubrir en la soledad de la lectio divina,  el llamado personal a la misión y al servicio, nuestra particular vocación en la comunidad cristiana.

Todo cristiano y toda cristiana debería "leerse" y "encontrarse" alguna vez como discípulo del Señor, en las páginas de los Hechos de los Apóstoles. Esas palabras que el Señor Jesús susurra a nuestros oídos, y que hacen arder el corazón, como les sucedió a los discípulos de Emaús.

Todos y todas tenemos un lugar en este libro, también se habla de ti y de mí, sólo tenemos que leer con atención, bajo la guía del Espíritu,  y seguro que nos encontramos.

Para profundizar en el estudio, aquí les ofrezco el enlace de la interesante obra de Joseph A. Fitzmyer, Hechos de los Apóstoles, un completísimo tratado, en dos volúmenes, a nivel exegético y cultural de este libro del Nuevo Testamento.



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