jueves, 22 de julio de 2010

El DISCÍPULO

¿Qué significa ser discípulo de Cristo?, ¿Cómo vivieron esa experiencia los apóstoles? ¿Vivimos nuestra vida cristiana en clave de seguimiento al Maestro?, estás y otras preguntas nos responde el autor de este interesante libro sobre el discipulado cristiano.

Recuerdo que cuando lo leí me llamó la atención su franqueza, cuando señala que muchos de nosotros no terminamos de comprender lo que significa seguir a Jesucristo, y permanecemos en un estado de inmadurez por no determinarnos a seguir a Cristo, el Señor, con todas sus consecuencias.

Aunque el libro está escrito en el contexto de las Iglesias evangélicas, estimo que sus enseñanzas, basadas en el estudio de los Santos Evangelios, son muy útiles y necesarias para todos aquellos que nos hemos sentido llamados por Jesús a caminar en su seguimiento, y queremos responder dando ese "sí" cotidiano, en medio del ir y venir de cada jornada.

Uno de los frutos que me dejó su lectura, fue una nueva comprensión de la figura de Jesús como Maestro, con toda su bondad y misericordia, pero también con su tremenda exigencia y radicalidad. A veces tenemos una imagen un tanto "meliflua" de Jesucristo, a ello ha contribuido una iconografía a mi gusto demasiado "dulzona" y alambicada, que no hace justicia al Jesús de los Evangelios, el que predicaba con autoridad, el que se enfrentó a los poderes de su tiempo, el que permaneció en silencio, con una solemne dignidad, cuando era acusado injustamente, el que reprendía a Pedro y a los apóstoles si la ocasión lo ameritaba. A mí, por ejemplo, que ejerzo de profe siempre me ha llamado la atención la autoridad que emanaba de la persona del Señor, y que sorprendía a sus contemporáneos: "Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas." (Mc. 1, 22) Hoy, cuando se discute sobre la necesidad de que los maestros recuperen la autoridad en la enseñanza, como un servicio a los fines de la misma educación, el testimonio de Jesús de Nazaret es muy revelador.

Les propongo este librito, que él nos ayude en nuestra vida de discípulos de Jesús. Y que podamos decir, llegada la ocasión, si nos preguntan: "Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6,68).

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