jueves, 17 de junio de 2010

Cita con Angeles


Una de las últimas canciones de Silvio Rodríguez que más han llegado a conmoverme en lo personal es la que hoy les presento: "Cita con los ángeles".

El compositor cubano va aludiendo a través de la canción diferentes momentos, casi todos recientes como el derribo de las Torres gemelas en Nueva York, en que los humanos hemos saboteado la vida y nos hemos descarrilado por el camino chungo de la violencia, la guerra y la intolerancia.

El comentario final del canto es magistral: si fuéramos menos egoístas, quizás tendríamos más salud mental, y, eso si, habría más paz y más alegría en el corazón de los que habitamos nuestro maltrecho planeta. En definitiva, que estos sentimientos de misericordia y bondad que suscita este canto, nos transformen a todos y todas en profetas y embajadores de la paz,.."Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt. 5, 9)

La canción es excelente como recurso para la clase de Religión, en temas como la paz y la no violencia, la tolerancia, los valores del Reino de Dios, la justicia, la vocación profética del cristiano, el mandamiento nuevo, etc. A continuación les ofrezco la letra de este bello canto:

CITA CON LOS ÁNGELES

Desde los tiempos más remotos
vuelan los ángeles guardianes,
siempre celosos de sus votos
contra atropellos y desmanes.
Junto a las cunas infantiles,
junto los tristes moribundos,
cuentan que velan los gentiles
seres con alas de otro mundo.

Cuando este ángel surca el cielo,
no hay nada que se le asemeje.
El fin de su apurado vuelo
es la sentencia de un hereje.
No se distraiga ni demore,
todo es ahora inoportuno.
Va rumbo al campo de las flores
donde la hoguera espera a Bruno.

Se lanza un ángel de la altura,
caída libre que da frío.
La orden de su jefatura
es descender hasta Dos Ríos.
Es 19 y también mayo,
monte de espuma y madre sierra,
cuando otro ángel a caballo
cae “con los pobres de la tierra”.

Dicen que al filo de la una
un angelote compasivo
pasó delante de la luna,
sobrevolando los olivos.
Y cuentan que con mala maña
fue tiroteado su abanico,
justo a la hora que en España
se nos mataba a Federico.

Un bello arcángel aletea
junto a un gran pájaro de hierro.
Procura que un hombre lo vea
para ahuyentar cien mil destierros.
Pero el arcángel se sofoca
y un ala azul se le lastima
y el ave negra abre la boca
cuando atraviesan Hiroshima.

Dejando un surco luminoso
por sobre Memphis, Tennessee,
pasó volando presuroso
un ser alado en frenesí.
Iba vistiéndose de luto,
iba llorando el querubín
e iba contando los minutos
de Dios y Martin Luther King.

El ángel pasa bajo un puente,
después rodea un rascacielos.
Parque Central, lleno de gente,
no se da cuenta de su vuelo.
Cuánta utopía será rota
y cuánta imaginación
cuando a la puerta del Dakota
las balas derriben a John.

Septiembre aúlla todavía
su doble saldo escalofriante.
Todo sucede un mismo día
gracias a un odio semejante.
Y el mismo ángel que allá en Chile
vio bombardear al presidente,
ve las dos torres con sus miles
cayendo inolvidablemente.

Desesperados, los querubes
toman los cielos de la tierra
y con sus lápices de nubes
pintan adióses a las guerras.
El mundo llena los balcones
y exclama al fin: esta es mi lucha,
pero el señor de los cañones
no mira al cielo ni lo escucha.

Pobres los ángeles urgentes
que nunca llegan a salvarnos.
¿Será que son incompetentes
o qué no hay forma de ayudarnos?
Para evitarles más dolores
y cuentas del psicoanalista,
seamos un tilín mejores
y mucho menos egoístas.

Silvio Rodríguez

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